Un párrafo de la introducción a un libro hermoso de David Lynch, una
conocida frase de Garry Winogrand y unas estrofas de El Anillo del Capitán Beto
son los puntos que propongo unir con algunas reflexiones.
El director de cine David Lynch comienza la introducción de su libro
Atrapa al pez dorado diciendo:
“Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer
en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que
adentrarte en aguas más profundas. En las profundidades, los peces son más
poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos.
Autorretrato.
Yo busco un tipo particular de pez importante para mí, uno que pueda
traducirse al cine. Pero allá abajo nadan toda clase de peces. Hay peces para
los negocios, peces para el deporte. Hay peces para todo.
Todo, cualquier cosa, surge del nivel más profundo. La física moderna
denomina a ese nivel campo unificado. Cuanto más se expande la conciencia, más
se profundiza hacia dicha fuente y mayor es el pez que puede pescarse.”
Relacionando esta sensible metáfora con el hacer del fotógrafo, se puede
entender que su trabajo, como el de tantas otras actividades expresivas,
comienza mucho antes del acto mismo de tomar las fotos y continúa también
después. Lograr una o varias imágenes excelentes no convierte a nadie en buen
autor, si no existe por detrás de su labor esa búsqueda interior a la que alude
Lynch.
Para lograr un resultado que realmente lo exprese, tendrá que tratar de
profundizar esa búsqueda sumando a ese trabajo previo una mirada posterior,
despojada y crítica, sobre el material que va obteniendo, para construir a
través de una acertada edición una propuesta que lo exprese. Sólo de ese modo
podrá descubrir sus imágenes, ajustar su tono, encontrar su voz.
Cuando a fines de los 70 conocí el trabajo de Garry Winogrand no me pareció
muy interesante. Sin embargo había un magnetismo particular en sus fotos. Algo
que me llevaba a volver sobre su trabajo una y otra vez. Poco tiempo después
comencé a mirar de otra manera el desorden y el caos visual que percibía. Empecé
a valorar cada vez más su propuesta y sus pensamientos sobre el uso del medio.
Una de sus frases más conocidas, que creo que refleja mucho de su actitud, se
convirtió en una frase de referencia:
“Fotografío para descubrir cual será
el aspecto de algo una vez fotografiado”
Mar del
Plata, 1998.
Al comienzo sólo entendía que era una invitación al desafío de la
experimentación constante en el momento de la toma y la vinculaba sólo con su
trabajo, basado en la toma rápida de escenas o gestos fugaces, valorizando mucho
la intervención del azar como un aliado importante. Hoy, la frase tiene para mí
una posibilidad de lectura en la que adquiere un sentido más amplio. Y la
recuerdo cada vez que trabajo en la edición. ¿O no es eso que dice lo que ocurre
cada vez que acepto o descarto una toma en el proceso posterior a la toma?
Cuando selecciono contactos, copias de trabajo o imágenes en la pantalla del
monitor, trato de ver si lo que conseguí en la imagen me resulta conmovedor o
interesante, si recrea algo de lo que experimenté en el momento de realizar la
toma. Y esa parte del hacer es, al menos para mí, tan mágica y tan misteriosa
como la del momento de la toma. Ver lo que la imagen provoca, lo que transmite,
cómo funciona fuera del contexto en el que la hice, ¿no es ver -como dice
Winogrand- el aspecto que tiene en la foto lo que había fotografiado?
El Anillo del Capitán Beto ha sido uno de los temas que en su momento
escuché casi hasta el cansancio, una y otra vez. Siento muy próxima la poesía de
Luis Alberto Spinetta. La encuentro sutil y contundente, por momentos
surrealista y con claras referencias porteñas.
“Ahí va el Capitán Beto por el espacio
con su nave de fibra hecha en Haedo
ayer colectivero
hoy amo entre los amos del aire.
Ya lleva quince años en su periplo
su equipo es tan precario como su destino
sin embargo un anillo extraño
ahuyenta los peligros en el cosmos.
Ahí va el Capitán Beto por el espacio
la foto de Carlitos sobre el comando
y un banderín de River Plate
y la triste estampita de un santo.”
Si la cita de David Lynch habla de las búsquedas más profundas en las ideas y
en las temáticas, y la frase de Winogrand nos trae un pensamiento sobre la forma
de trabajar que adoptaba, las estrofas de Spinetta ponen en juego el tema de lo
poético. Habla de escenas que mezclan la vida cotidiana y el delirio. La foto de
Gardel, la fragilidad del destino y los personajes del barrio. Desde ese mundo
imaginario, apela a que cada espectador le de un sentido y una profundidad
particular a las palabras y a las metáforas del tema.
Si la fotografía no tiene también una cuota de poesía; si el autor, mostrando
de manera personal lo que se puede ver -que es todo lo que la fotografía puede
mostrar- no logra que quién la mira supere el recorrido de un detallado y
minucioso registro de lo real; si no produce otros ecos que emocionen y
conmuevan, queda minimizada. Queda reducida a una olvidable imagen sobre un
pedazo de papel.
(Fuente: www.fotomundo.com.ar)