lunes, 16 de julio de 2012


¿Por qué se celebra el día del amigo en Argentina?


En un país donde el culto a la amistad es uno de sus atributos más significativos y también el rasgo que más aprecian los visitantes del exterior -donde, como en Inglaterra, nadie recibe en su casa sino un par de veces al año, con expresa tarjeta de invitación y en día y hora precisos- el Día del Amigo es un festejo tan importante como el Año Nuevo. 

Tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas poblaciones, los amigos se juntan, infaltables, cada 20 de julio, en restaurantes, bares y confiterías, o en sus propias casas, para celebrar tan noble sentimiento.
 

Argentina no es sólo un país que exalta la amistad en su propio territorio: gracias a las nuevas tecnologías y redes sociales que posibilitan intercambiar pareceres e información, miles de extranjeros se han ido "contagiado" de esa costumbre.
 

Hoy, a través de opiniones, anécdotas, enlaces, textos, videos y fotografías, personas de todo el mundo comparten su interés por Argentina, su gente, su cultura y su particular festejo del Día del Amigo, un invento con patente nacional que les tienta imitar.
 

Es que, justamente, fue un argentino, Enrique Ernesto Febbraro, odontólogo, profesor de filosofía e historia, músico, y miembro del Rotary Club, quien propuso festejar por primera vez el Día del Amigo en el país el 20 de julio de 1969, en homenaje al aterrizaje de la nave Apolo XI en la Luna.
 

Ese día, mientras el astronauta norteamericano Neil Amstrong ponía su pie izquierdo en la Luna, Febbraro se sentó a escribir desde Lomas de Zamora, donde residía, mil cartas a cien países.
 

"Viví el alunizaje del módulo como un gesto de amistad de la humanidad hacia el universo y al mismo tiempo me dije que un pueblo de amigos sería una nación imbatible. ¡Ya está, el 20 de julio es el día elegido!", les explicó a sus destinatarios.
 

Aquello que Amstrong definió como "un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad", significaba para Febbraro la posibilidad de entablar relaciones cordiales con otros seres, pero también la de celebrar la amistad en casa.
 

Las 700 contestaciones afirmativas que recibió le dieron un carácter mundial a esta celebración que, por encima de las diferencias culturales, pretende unir a las personas a través de un concepto común: la amistad.
 

Más tarde esta celebración fue oficializada, primero en Buenos Aires, después en toda Argentina y más tarde en muchos países del continente.
 

Hoy, entre los más de cien países que celebran el Día del Amigo el 20 de julio, sólo unos pocos lo hacen en otra fecha: en Paraguay es el 30 de julio; en Chile, el primer viernes de octubre; en Perú, el primer sábado de julio; y en los Estados Unidos, el primer domingo de agosto.
 

Cabe reconocer que el primer intento de crear un Día del Amigo partió de Puerto Pinasco, Paraguay, donde un 30 de julio de 1958 el doctor Ramón Artemio Bracho lideró la Cruzada Mundial de la Amistad en pro de una cultura de la paz.
 

Desde entonces, en Paraguay son muy comunes ese día las fiestas en los bares o discotecas, o una cena entre amigos íntimos, que incluyen el juego del "amigo invisible" donde en pequeños papeles se reparten los nombres de todos los miembros de un grupo y cada cual se entera allí a quién le tendrá que obsequiar el regalo elegido.
 

Sin embargo, la celebración del 30 de julio nunca trascendió las fronteras de ese país.
 

En la Argentina, a partir de la muerte del humorista y escritor rosarino Roberto Fontanarrosa, ocurrida el 19 de julio de 2007, apareció una propuesta, difundida por una cadena de correo electrónico, de cambiar la fecha.
 

Se trataba de retrotraer el Día del Amigo al 19 de julio, bajo el argumento de que festejarlo el 20 es una “historia ajena” y que así en cambio sería un homenaje a quien “hizo pasar momentos felices, emocionar, reír y reflexionar” a muchas personas.
 

Pero la propuesta, quizá porque arraiga en la muerte, o porque padece de un regionalismo simplón en medio de una cultura globalizada, al cabo de cuatro años aun no logró prosperar.



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