MARÍA JOSEFA ROSSELLO
Fundadora de las
Nació en Albisola
Marina (Savona) el 27 de mayo de 1811, fue
bautizada el mismo día con el nombre de Benita.
Fue la cuarta hija de una numerosa familia de diez hermanos.
Benita no tuvo bienes materiales pues sus padres (Bartolomé Rossello y María
Dedone) eran modestos alfareros, pero no faltó en ellos la gran riqueza de la
fe y de la piedad.
Desde pequeña, Benita, aprendió a modelar la arcilla y se hizo
cargo de sus hermanos menores, permitiendo así que su madre se dedicara a sus
numerosas ocupaciones.
Al finalizar su infancia se distinguió en el estudio, en la caridad
hacia los pobres y sobre todo por su gran devoción al Crucifijo y a la
Santísima Virgen.
Siendo muy joven ingresó en la tercera orden
Franciscana (probablemente antes
de 1830) y sintió nacer poco a poco en su corazón el deseo de una vida más
perfecta que le permitiera con mayor facilidad llegar a ser santa.
A los diecinueve años entró en casa de una distinguida familia de
Savona. Los Monleone la consideraron más como hija adoptiva de un matrimonio
que carecía de ellos, que como empleada doméstica que asistía al señor enfermo.
Durante siete años permaneció en esa casa (1830- 1837) ganándose
con su conducta la admiración y el afecto no sólo de los señores sino también
de los sirvientes. Cuando la señora Monleone quedó viuda le propuso quedarse
para siempre con ella y le prometió hacerla su heredera, pero Benita rehusó.
Ella sentía la llamada de otra vocación y solicitó ingresar en un
Instituto de caridad como religiosa. Presentó su petición al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de las Nieves, pero se sintió
dolorosamente rechazada pues su familia siendo muy pobre no podía darle la suma
de dinero necesaria para la dote, condición indispensable para ser aceptada.
Se sucedieron años de duras pruebas: primero murió la mamá, al
poco tiempo su segundo hermano, luego la hermana Josefina de apenas diecisiete
años y finalmente su papá; con lo que Benita se convirtió en el principal
sostén de la familia.
En 1837 respondiendo a una insistente llamada del Obispo de la Diócesis, monseñor Agustín De
Mari (1835-1640) quien buscaba almas
generosas que se dedicaran a la educación de jóvenes pobres, Benita, a sus
veintisiete años, se presentó al prelado y ofreció sus servicios para tan noble
fin.
Las dos grandes almas se entendieron de inmediato: el Obispo se
encargó de buscar un lugar y Benita de buscar compañeras que se ofrecieran como
voluntarias para iniciar la primera escuela. Al proyecto de Benita se
incorporaron Ángela y Dominga Pescio y Paulina Barla.
Las tres primeras vocaciones surgieron en Albisola. Para la sede
de la obra monseñor De Mari alquiló una modesta casa propiedad de la
"commenda" de Malta.
La fundación se realizó el 10 de agosto de 1837. Angela Pescio, la
de mayor edad, fue elegida Superiora, y a Benita se le encomendó el cargo de
maestra de novicias, vicaria y ecónoma.
Un crucifijo, una pequeña imagen de la Virgen de la Misericordia y
cinco liras formaron el capital y toda la riqueza que poseían.
El 22 de octubre de 1837 se llevó a cabo la primera toma de
hábitos y Benita recibió del Obispo el nombre de Sor María Josefa, al tiempo que el
Instituto era denominado oficialmente de las Hijas de Nuestra
señora de la Misericordia, y consagrado a la Virgen del Santuario de Savona.
El fin principal del nuevo Instituto fue dedicarse a la
instrucción y educación de las muchachas pobres, y la asistencia a los
enfermos.
Dos años después, el 2 de agosto de 1839, las religiosas
pronunciaron sus votos perpetuos. En 1840 las hermanas profesas eran ya siete,
y cuatro las novicias. En este año Sor María Josefa fue elegida superiora por
unanimidad, cargo que mantuvo durante cerca de cuarenta años, hasta su muerte.
Una grave pérdida para el naciente Instituto fue la muerte de
Monseñor De Mari ocurrida el 14 de diciembre de 1840. El ya había realizado un
esbozo de las reglas, pero el texto definitivo fue confiado para su compilación
al Padre carmelita Inocencio Rosciano y fue solemnemente entregado a las
hermanas junto con el nuevo hábito, el 4 de Febrero de 1846 por el nuevo obispo de Savona
Monseñor Alejandro O. Riccardi (1841- 1866, después
arzobispo de Turín).
Bajo la sabia dirección de Sor María Josefa, el Instituto comenzó
a difundirse en Liguria durante el período de 1842- 1855.
En 1856 la santa comenzó a colaborar en la obra del rescate de los esclavos de
África, a
la que ya desde mucho tiempo atrás se dedicaban dos beneméritos sacerdotes: Nicolás Olivieri (1792- 1864) y Blas Verri, y las puertas del
instituto se abrieron para acoger a grupos de muchachas negras rescatadas.
El espíritu misionero de la santa se puso de manifiesto cuando en
1875 envió un primer grupo de quince hermanas a
Buenos Aires, Argentina.
En 1859 se concreta una nueva fundación: la casa de la Providencia, abierta por la santa
en Savona y destinada a niñas de las clases más pobres. Su reeducación para una
inserción en la vida fue la constante preocupación de la Madre. Otras casas del
mismo estilo se abrieron en Voltri, San Ilario, Porto Maurizio (1860) y en
Albisola, donde surge la "Segunda Providencia" (1866-1867).
Diez años después, en 1869, Sor María Josefa inició valientemente
una nueva obra: el pequeño Seminario para clérigos pobres en Savona, que ofreció a la Diócesis
excelentes sacerdotes, sin embargo le costó a la madre no pocas amarguras por
los obstáculos y la maldad de muchos hacia esta institución.
La última obra soñada y realizada después de su muerte fue la
fundación en Savona de la Casa de las
Penitentes (1880), un refugio para las jóvenes
arrepentidas rescatadas de la prostitución.
Un aspecto en el cual la genialidad caritativa de la Madre Josefa
Rossello superan el simple ámbito religioso para insertarse entre las más
nobles obras de carácter social es la fundación de las escuelas populares
gratuitas, una absoluta novedad y de urgente necesidad en aquel momento en la
Liguria occidental.
La espiritualidad de la santa fue destacada en forma excepcional
por su gran confianza en
la Divina Providencia, en la asistencia y protección de San José y en su espíritu de iniciativa.
Una frase que la Madre solía repetir como lema y se la transmitió
a sus hijas fue: "EL CORAZÓN A
DIOS Y LAS MANOS AL TRABAJO".
A pesar de los múltiples problemas sirvió siempre en los
quehaceres más humildes a los necesitados, niños o a los enfermos, con caridad
paciente y perseverante.
Finalizó su laboriosa vida a los sesenta y nueve años de edad, el 7 de diciembre de 1880 en la casa madre de Savona, a causa de complicaciones
cardíacas que habían minado su constitución puesta a prueba duramente por su
trabajo.
Murió en olor de santidad y fue sepultada en el cementerio local.
Posteriormente, en 1887 su cuerpo fue trasladado a la casa madre.
A su muerte el Instituto que fundara contaba con sesenta y cinco
casas. Hoy hay 176 casas en Italia y en América; las religiosas son cerca de
mil(*).
Sus fines son una respuesta al mundo de hoy: asilos de niños,
escuelas medias y elementales, colegios, orfanatos, hospitales, asistencia en
cárceles de mujeres, casas de protección a las jóvenes, etc...
Su causa de beatificación fue introducida en Roma el 23 de julio
de 1924.
Fue beatificada el 6 de noviembre de 1938, tras la oportuna
investigación y el reconocimiento de dos milagros realizados a dos religiosas
del Instituto: Sor María del
Espíritu Santo y Sor Paulina Dameri.
María Josefa Rossello fue canonizada por Pío XII el 12 de junio de
1949. En esta ocasión fueron probatorios los milagros reconocidos de las
prodigiosas curaciones de Teresa Rocchi en
De Negri y de Pietro
Molinari.
La fiesta
litúrgica es el 7 de
diciembre. Sus reliquias son veneradas en la capilla de la casa madre de las
Hijas de nuestra Señora de la Misericordia en Savona.
(Texto extraído libremente y adaptado del artículo de L. Chierotti
- cfr. bibliografía)