Rafael Verástegui F.
Es una pregunta que nos
hacemos siempre, existen muchos mitos alrededor de esa respuesta, pero el
siguiente artículo nos trata de aclarar un poco el panorama al respecto.
Los bebés al nacer tienen
los ojos muy abiertos, como si quisieran captar todo el mundo nuevo que acaba
de aparecer ante sus ojos por primera vez. Sin embargo, no ven prácticamente
nada. Vamos a analizar cuánto ven los recién nacidos, y cuál es la
evolución de su capacidad visual durante los primeros meses de vida.
Tras esos primeros
instantes de vida con los ojos tremendamente abiertos, es habitual que los
bebés recién nacidos mantienen los ojos cerrados la mayor parte del tiempo. No
debemos alarmarnos, pues no tiene relación con defectos de visión. Desde el
primer momento el bebé puede ver, aunque la zona central de la retina no esta
todavía desarrollada y su visión sea limitada.
El recién nacido puede
percibir cambios en la intensidad de la luz (percibe destellos, reflejos,
cuando una luz se enciende desde la oscuridad total…) y puede fijar puntos de
contraste.
Podemos ver su reflejo de
orientación: el bebé girará la cabeza hacia el foco de luminosidad (excepto si
es tan intenso que le molesta, como nos molestaría a los adultos). También el
reflejo foto motor, que consiste en que las pupilas se contraen cuando son
iluminadas. El recién nacido es capaz de ver objetos en una extensión de 20 a 30 centímetros y
probablemente en una escala de blanco, negro y grises.
Uno de los primeros
estímulos visuales que el neonato será capaz de interpretar es el rostro de la
madre. Además, comenzará a asociar ese rostro a una serie de sensaciones que le
podemos hacer placenteras: la voz, el tacto, las caricias, el calor, la
saciedad del hambre…
A las dos
semanas de edad muestra interés por los objetos alargados y contrastados
con el fondo, es decir, diferenciados en cuanto a color y luminosidad. El
rostro humano reúne estas características, por ello se fijará especialmente en
las caras de los que le rodean. Y, dentro del rostro humano, el bebé tiende a
fijarse más en la zona que rodea a los ojos.
Se piensa que uno de los
colores que más le atrae en estas primeras semanas de vida, tal vez porque sea
de los primeros que empieza a discernir, es el rojo. Como en estos momentos no
alcanza a ver con claridad, es habitual que cruce los ojos en una mirada estrábica que viene y desaparece enseguida, ya
que no puede enfocar los dos ojos al tiempo en el mismo lugar.
Hacia el final del primer
mes de vida, el bebé comenzará a mostrar un cierto interés por el entorno,
aunque su atención se circunscribe a un radio muy limitado y durante muy cortos
periodos de tiempo.
Hacia los dos
meses de vida (8-10 semanas) puede seguir un objeto en lento movimiento a
una distancia de 30-60
centímetros en un arco de 180 grados. Si antes se podían
centrar en objetos difusos, ahora podrán percibir el contorno de los mismos.
Además este progreso se acompaña de un mayor control de la cabeza asociado a un
fortalecimiento muscular.
A partir de las 10
semanas se produce un avance notable en la capacidad visual del bebé que
fácilmente pueden comprobar sus padres: descubre sus manos. Es porque ahora es
capaz de percibir bastante bien los detalles más pequeños, y puede enfocar casi
a cualquier distancia.
Además ya puede abrir y
cerrar las manos, dirigirlas hacia un objeto y golpearlo, y se inicia el
perfeccionamiento de la coordinación ojo-mano. Por ello puede pasar largos
ratos moviendo y observando sus manos. Pronto descubrirá su utilidad para
manipular su entorno.
Entre los tres y los
cuatro meses el aumento del control muscular del ojo le permite al bebé
seguir objetos, y el incremento en la agudeza visual le permite discriminar los
objetos a partir de fondos con un mínimo contraste (como un botón en una blusa
del mismo color).
Entre los cuatro y seis
meses la visión del color se desarrolla. Reconoce objetos y los busca con
la mirada, es capaz de ver a más distancia.
A partir de los siete
meses, puede mirar fijamente objetos pequeños y empieza a tener una percepción
de la profundidad. Puede ver todos los colores y poco a poco será capaz de
seguir objetos que se mueven a mayor velocidad.
En definitiva, a través
de la mirada se establece el principal intercambio entre el bebé y su entorno,
empezando por los padres, pero la visión es el sentido menos desarrollado
en el recién nacido. Por ello requiere un proceso de adaptación y aprendizaje
que hemos intentado resumir.
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